La carta que no te mandé.

Aunque durante el resto del día pueda distraerme,
sigues siendo mi primer pensamiento.

Pasará el tiempo y siempre podré recordarte como mi primer (y quizá único) amor verdadero. Quizá ahora no pueda evitar sentirme dolido, pero es que todavía no sé cómo dejar ir del todo tu recuerdo. Quizá es que soy consciente de lo mucho que vales, de lo mucho que me complementabas y de todas las cosas que me han quedado por hacer contigo...
Pero estoy orgulloso de poder ser de las pocas personas que saben:
- Que roncas cuando duermes.
- Que te gustaba teñirte el pelo color cobrizo, a veces con henna, a veces no.
- Que te mordías las uñas cuando trabajabas largas horas frente al ordenador.
- Que te cuesta tomarte un momento de descanso y no sentirte productiva.
- Que tienes el corazón más grande que ha bombeado en este planeta
- Que lloras cuando ves vídeos de animales.
- Que si no llevas el piercing del labio, tal vez sea por mi... 
- Que te tomas una copa de vino al cocinar y una infusión antes de dormir.
...

Orgulloso por haber estado ahí cuando más lo necesitaste y superar juntos viejos miedos, aunque creásemos otros nuevos. He visto tu lado malo (porque el bueno lo vemos todos), he visto cómo te ponías si te quedabas sin tabaco, he visto la inseguridad que te creé (que yo mismo he sufrido después), he visto mis ojos reflejados en los tuyos, he escuchado mi nombre saliendo de tus labios, he podido oler tu piel en tardes que no teníamos nada mejor que hacer y he podido hacer tantas cosas contigo que no puedo más que agradecerte todo el tiempo que has dedicado a estar conmigo.

Me he dado cuenta de lo que nos pasó y, aunque poco, cómo te pude hacer sentir... y lo siento, de veras que lo siento. Quizá sí que podría haber hecho muchas más cosas si no hubiera estado contigo, pero lo repetiría una y mil veces (hasta la eternidad), sólo por poder estar contigo, Gemma, una vez más.

Ten cuidado a quien entregas tu corazón o a quien vas a enamorar, porque créeme, el dolor más intenso que he podido sentir ha sido pensar que nunca más volveré a estar a tu lado. Cada día suelto mis penas en forma de lágrimas negras que dejo impresas en cartas como ésta. 

Si algún día lees ésto, quiero que comprendas que lo que más quiero es ser la mejor versión de mí mismo, porque es lo que tú te hubieras merecido, y que quiero que saques la mejor versión de ti misma, porque es lo que te mereces.

Joder nena, no quiero saber nada más de ti porque si algún día me entero de que no eres feliz, arderé en rabia y desesperación, pues mataría por ser la persona que estuviese en ese momento a tu lado. Quizá no te lo supe transmitir, quizá no estaba preparado para ello, quizá aún no lo esté, pero de algo sí estoy seguro, y ya que siempre te he sido sincero, deberías creerme, siempre voy a estar esperándote. No me importa que me pidas lo contrario, no puedes hacer nada por evitarlo. 

Un beso princesa, fuiste mi mayor regalo.
P.d. Aun busco tu mano al conducir...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Quizá, no sé.

Más allá de las nubes.

Vestido de primavera.