Vestido de primavera.
Paseando con el perro encontré un arbusto vestido de primavera. Era hermoso. Pensé en regalarte una de sus costuras, pero cuando me disponía a arrancársela, me quedé observando detenidamente cada uno de sus pétalos. Analicé detenidamente lo que la hacía tan bella, tan perfecta. No pude hacerlo, quién soy yo para acabar con tan magnifico ejemplar. Así que hoy no habrán flores que regalar, tendrás que conformarte con esta tímida poesía que compara tu hipnótica silueta con las más delicadas creaciones de la naturaleza.