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Mostrando entradas de agosto, 2020

Ternura en la mañana.

 La calidez transporta vestigios de un tiempo pasado. Un lugar, un momento, vestido por oleadas de pino y encina que reconstruyen un recuerdo del que muy pronto me desprendí. Por la edad, por el instinto cansado de ser adulto. Crecimos. Nos convertimos en pretéritos imperfectos de los momentos idílicos que acompañaban aquella sonrisa infantil por los que en los primeros días eramos principales protagonistas. Ya no habrá más mantas verdes que me envuelvan, el viejo balancín se ha quedado callado, atrapado en un cubo de rubic subconsciente abandonado por la estancada humanidad decadente.

Asco de verano.

  Han pasado dos horas desde que me fui a dormir. Es verano, hace calor  y estoy desesperado. Me arrancaría la piel a mordiscos con tal de sentir una brisa. A veces fijo la mirada en el techo deseando estar muerto. No porque mi vida sea una mierda, los hay que están mucho más jodidos que yo. No, no es porque mi vida sea una mierda, es por el asco que me causa ésta vida de escaparate. Corre, para, observa un segundo y aléjate. Olvídate del anuncio. Deja que el recuerdo se esfume en la nada como los detalles de un sueño psicotrópico. Se supone que debo aspirar a ser alguien como si no lo fuese ya por el acto de nacer. ¿Quien inventaría semejante estupidez? Me da asco mi propia existencia. Despertar sudado, batallando contra el odio que duerme a mi lado recordándome todos los días que aun no he publicado mi libro. Como si alguien en este maldito mundo le importase lo más mínimo lo que escribo. Aquí sólo importan los números. No importa lo idiota que seas mientras sepas hacer sonar la flau