El esperpento de mi llegada.
Pararse a pensar, es un feo habito de quienes buscan sufrir. Yo lo hago. A menudo disfruto cuando se me aparta, cuando me quedo sólo sin mejor compañía que mi copa de vino ya medio vacía. Hoy, este texto no es por ti, mi amor, hoy escribo por el simple gusto de escribir, por exhibir la belleza que aguarda en mis palabras. Sintetizando la buena vibra que demora ser liberada en mi pecho. Saco todo peso que liga mis pies al abismo. Sin ganas de sobrevivir, espero, grande y fortuita es la sorpresa que condensa el alba, con las gotas del rocío salpicadas por el prado celeste. Mírame y desespera, tormenta que hallarás en mi mirada. Acuéstate cómoda en los nudos de mi barba y escucha atentamente lo que tengo que contarte, pues he venido al mundo a difundir mis historias, y tú, como ningún otro en esta escuela, partirás a su visita sin contemplar el esperpento de mi llegada a tu alma. Ahora corre, encuentra aquello por lo que has venido a lu