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Mostrando entradas de junio, 2018

La carta que no te mandé.

Aunque durante el resto del día pueda distraerme, sigues siendo mi primer pensamiento. Pasará el tiempo y siempre podré recordarte como mi primer (y quizá único) amor verdadero.  Quizá ahora no pueda evitar sentirme dolido, pero es que todavía no sé cómo dejar ir del todo tu recuerdo.  Quizá es que soy consciente de lo mucho que vales, de lo mucho que me complementabas y  de todas las cosas que me han quedado por hacer contigo... Pero estoy orgulloso de poder ser de las pocas personas que saben: - Que roncas cuando duermes. - Que te gustaba teñirte el pelo color cobrizo, a veces con henna, a veces no. - Que te mordías las uñas cuando trabajabas largas horas frente al ordenador. - Q ue te cuesta tomarte un momento de descanso y no sentirte productiva. - Que tienes el corazón más grande que ha bombeado en este planeta - Que lloras cuando ves vídeos de animales. - Que si no llevas el piercing del labio, tal vez sea por mi...  - Que te tomas una copa de vino al cocin

Mi otra mitad.

Todo lo que Mort llegó a amar se desvaneció en un parpadeo. Sintió la soledad más absoluta y se enfrentó a ella sin éxito. Vacío de toda esperanza, se convirtió en la Nada, el verdugo del destino. Entendió que intentar soportar el peso del Todo él solo era una batalla perdida. Pues los dos son los brazos que forman la balanza, el equilibrio. Toda parecía perdido, hasta que se dio cuenta de que  para superar el mayor de tus males , no debes enfrentarte a él sino abrazarlo como parte de quien eres. Mort aceptó su destino y se fundió con su mayor enemigo para así entenderlo, y llegar a quererlo. Fue así como un simple humano que durante largo tiempo había repudiado una mitad de sí mismo,  se convirtió en el absoluto. Aceptó la inmensidad de lo complejo y lo hizo sencillo. Contuvo el poder de la creación, dio a luz a infinidad de universos alternativos  en donde todas las personas a las que había amado veían cumplidos sus mayores sueños. Cre

Una cita conmigo.

Hoy he decidido faltar al trabajo e irme sólo a la playa, ¿con quien mejor? Eramos cuatro gatos recostados al Sol mareando nuestros problemas como un ovillo de lana. Mientras caminaba sobre las huellas grabadas en la arena me preguntaba si alguna de ellas pudiera ser la tuya. Al llegar a la orilla desplegué mi sillín portátil y  me senté a contemplar el vaivén de las olas. Cuando el reflejo en el agua golpeaba mis párpados, cerraba los ojos en pose meditativa y dejaba a mi mente divagar en paz. El sabor del viento salado dejaba pegajosos mis labios. El simple sonido del oleaje me embarcaba en un viaje interior. Sentí el clímax en mis huesos, la ambrosía en mis venas y me reencontré con un viejo amigo.  Me vi feliz y casi lloro. Cogí  de la mochila  mi nuevo libro y lo leí hasta la mitad. Sabia que era el momento indicado para éste libro, su título es: "Hombres sin mujeres". Nos he visto a los dos en algunos capítulos, situaciones que parec

Cerrando un capítulo.

Hacer y deshacer. Ver y reaparecer. Utilizar la magia del foco  para sacarte a bailar y ver contigo el atardecer. Tú caminas serena como el respirar de un santo, yo a tu lado, contento y desesperado, pensando que llegará el día en que te canses de mí y me soltarás la mano para irte corriendo a por aquello que has venido. Yo me quedaré sólo mirando las estrellas, pensando en voz baja y gritándome en lo más profundo: "Si tiene que ser, será." Aprendo a dejar ir, a seguir aunque duela, a rendirme al momento por más que se resista, a ser quien soy hoy en el momento pues mañana  otro será quien escriba estas frases desahogadas. Ya no recuerdo con pena, me alegra haber vivido lo vivido, me apena no poder estar más contigo, pero ese capítulo está en otro libro y ahora me toca a mí escribir el mio.

Celos del tiempo.

Lo que más me dolió fue perder tu amistad. Tengo celos de los que fueron mis amigos, que ahora son los tuyos. Con ellos paseas por la playa, con ellos vas al cine, con ellos te ríes y compartes tu tiempo. Tengo celos de que te vean sonreír, de la confianza que en ellos depositas y que yo alguna vez rompí. Tengo celos del tiempo, él siempre te acompaña. Tiene el poder de curarte, darte aquello que andas buscando y hacerte olvidar de todo lo que te preocupa. Me monto historias de con quien estarás hablando por las noches, de si en algún momento me echarás de menos o si ya habrás dejado de quererme. Pero al final solo sé que debo renunciar y  dejar de recordarte, dejar de imaginarte, dejar de quererte... Bueno, quizás logre olvidarte, pero jamás dejaré de quererte.

Alcohol para las heridas.

Maldito ron. Dice que quiere ser tu amigo pero te miente. Dice poder ayudarte y te engaña. Te hace ver el mundo a tu gusto y creer su falsa realidad. Pero como ya he demostrado, me cuesta renunciar. La única fuerza que necesito la busco sin cesar con una botella como catalejo. Al tiempo lo que es del tiempo. Hoy abandono este mundo y voy tras mi propia pista. Quiero regresar a ser quien era, antes de conocer la felicidad. Las palabras ya no valen nada. Las letras pierden su forma. Estoy cansado de inventarme sentidos. Quiero olvidarme, asesinar a esta forma ruin de pensar y dejar de sufrir y volver a respirar. No es tu culpa, botella. Es que te sigo queriendo pero ya no puedo.

Adicto al dolor.

Regocijándome en mis lágrimas y en mis peores pesadillas, tras el tercer día sin salir de casa me di cuenta que había creado una fuerte dependencia al dolor. Buscaba de cualquier forma nuevas formas de sufrimiento. Pero llegó un punto en que me cansé y me pregunté, ¿por qué? Entonces lo entendí, no quería renunciar a lo último que me ligaba a ti. Las punzadas en el corazón eran la muestra de que todo lo que habíamos construido aun seguía existiendo. Ahora que he empezado a escucharme siento una voz lejana gritando en mi interior, un débil susurro pidiendo socorro. Necesito tiempo y espacio para con ellos cultivar este pequeño brote  de autoestima que durante tanto tiempo había dejado abandonado en la sombra.

Taza y Azucarillo.

Un terrón de azúcar le pregunta a una taza de café: - ¿Qué eres? La taza extrañada le contesta: - ¿No lo ves? Soy una taza de café. A lo que el azúcar le responde : - Entonces, el día que ya no tengas café, ¿seguirías siendo una taza de café? La taza confundida le dice: - Que cosas dices...  ¡Claro que seguiría siendo una taza de café! Aunque no tenga café sigo siendo una taza. El azúcar insiste: - Pero si dejas de contener aquello que te determina, ¿qué sentido tienes? La taza cansada de sandeces le pregunta: - ¿Y qué hay de ti? ¡Tú solo eres azúcar! Si te bañas en mi café te diluyes y ya no eres nada. El terrón con calma y seguridad le responde: - No viejo amigo. Mi integridad me permite seguir siendo azúcar. Aunque me partas, disuelvas o destruyas, seguiré siendo quien que soy. - La taza regresó a su vitrina enrabietada, pensando en que si nunca  nadie   vertía café en su interior, cualquier tipo de existencia carecería de sentido.

A la deriva.

Flotaba perdido por la gracia de un remolino. No sabía ni cómo había llegado ni qué había sucedido. La desesperación me sobrepasaba al presenciar como la luz del día me abandonaba. Pero encontré mi propia luz en forma de una pequeña balsa que flotaba a la deriva. Lucía increíble, aunque la madera era delgada y carcomida era el único bote capaz de soportar mi peso y mi pesar. Ella me mecía por las noches y yo la embelesaba con mi humor y mis historias. Nos estirábamos juntos a observar las estrellas e imaginábamos fabulas fantásticas para cada una de las constelaciones. Así era todo con ella, de un tinte mágico que nos embriagaba. Estábamos perdidos, sin saber a dónde ir ni lo que buscar. Pero nos daba igual. Aprendimos a querernos, a saber convivir. Pero la felicidad tuvo que acabar pues mi consuelo no disponía de forma verbal. - Ya no sé a dónde navegar. - me dijo ella sin voz para contestar. - A sí que mejor será marchar para así verte forzado a bu

Sueño al despertar.

Abro los ojos antes  del canto del gallo. Huelo desde mi lecho el recuerdo del rocío fresco   despidiéndose con los primeros rayos de luz del alba. El sueño de esta noche, el de siempre: Una voz dulce repitiendo mi nombre, brindándome  una calidez inigualable que no me deja despertar. Y es al hacerlo cuando empieza la pesadilla. Mis pestañas húmedas como la mañana auguran un pesar gris para el resto del relato. Espero 5 minutos antes de dar el primer paso. Me desvanezco, vuelve a sonar el despertador, y ahora sí me levanto. Preparo el café en automático, pre-programado  como la muerte que depara. Es verano, hace frío y éste café sabe a mierda. Me siento en el límite de la silla acariciando el bellocino de mi gata, Nora. Veo las noticias con su cosquilleo traqueteando al respirar, y casi me da pena no sentir nada por las desgracias de los demás En mitad de un terremoto vuelvo a pensar en el sueño, en esa cara conocida, en esa sensación de adicción que despierta e

Despedida.

Duele la verdad como duele darse cuenta que tienes que dejar volar aquello que más quieres. Darte cuenta que estabas perdido y dependías de las sonrisa de aquellos preciosos dientes alicatados para darle sentido a tu existencia. Empezar de cero, crecer y hacer que valga la pena por ti mismo . Eres más lista de lo que nunca hubiese podido imaginar. Conocías mis secretos sin tan siquiera preguntar. Sabes de sobra como me siento, y que todas las veces que la he cagado ha sido por no tener fuerzas para renunciar. Pero no es justo, no entiendo tu forma de actuar y éso me hace preguntar si alguna vez te llegué a conocer. Querría saber de ti a todas horas, pero éso tampoco sería sano. Rezo para que pase el tiempo. Que las lágrimas que ahora nos pesan se conviertan en recuerdos y podamos algún día reírnos de ellos. Soñaré mil veces con tus bonitos ojos color café, aquél que tanto te define y aquel que ahora tanto echo en falta. No, n

Amo buscarte.

Siento que te perdí, que no te supe valorar, que aun podría haber dado más. Pero es inútil. Yo fui quien se perdió, quien se marchitó y tú tuviste que cargar con ese dolor en silencio. Ambos la cagamos. Yo hablé más de la cuenta y tú temías expresar lo que sentías por miedo a perderme. Nos hicimos mayores sin darnos cuenta. Lo que empezó como una atracción infantil acabó siendo algo más grande que nosotros mismos. Por eso sé que nos amamos. Por eso sé que pase el tiempo que pase, seguiré en tu corazón como tú lo seguirás en el mio. Te perdono, es lo que me  repito cada día tratando de olvidar mis pecados convenciendo al espanta pájaros que mora en el espejo. No somos perfectos, pero sí somos increíbles. Juntos somos imparables cuando... Sencillamente, juntos somos imparables. Tal vez conozcas a otra persona que te hará feliz. Tal vez, de vez en cuando, te acuerdes de mí y se te escape una sonrisa entrañable que tengas que esconder con escusas