Una cita conmigo.

Hoy he decidido faltar al trabajo
e irme sólo a la playa,
¿con quien mejor?

Eramos cuatro gatos recostados al Sol
mareando nuestros problemas como un ovillo de lana.
Mientras caminaba sobre las huellas grabadas en la arena
me preguntaba si alguna de ellas pudiera ser la tuya.

Al llegar a la orilla desplegué mi sillín portátil
y  me senté a contemplar el vaivén de las olas.
Cuando el reflejo en el agua golpeaba mis párpados,
cerraba los ojos en pose meditativa
y dejaba a mi mente divagar en paz.
El sabor del viento salado dejaba pegajosos mis labios.
El simple sonido del oleaje me embarcaba en un viaje interior.
Sentí el clímax en mis huesos,
la ambrosía en mis venas
y me reencontré con un viejo amigo.
 Me vi feliz
y casi lloro.

Cogí de la mochila mi nuevo libro y lo leí hasta la mitad.
Sabia que era el momento indicado para éste libro,
su título es: "Hombres sin mujeres".
Nos he visto a los dos en algunos capítulos,
situaciones que parecían extrañas o inverosímiles
y que resultan ser bastante más comunes de lo que pretenden.

En el amor no hay reglas ni instrucciones,
es un acto de fe.

Al cerrar el libro me acerqué a la orilla,
dejé que la marea cubriese mis pies
y sentí un leve cosquilleo subiéndome hasta el abdomen.
La mayoría de personas no se atrevían a entrar en el agua,
puedo entenderlo,
pero no lo comparto.
Me zambullí de cabeza y nadé
nadé
y nadé
dejando disolver mis dudas en la espuma.

Mirando melancólico al cielo,
dejándome morir en mitad del océano.
Romántico empedernido.

Hoy he tenido una cita conmigo
y me he enamorado.

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