Mi otra mitad.

Todo lo que Mort llegó a amar
se desvaneció en un parpadeo.
Sintió la soledad más absoluta
y se enfrentó a ella
sin éxito.

Vacío de toda esperanza,
se convirtió en la Nada,
el verdugo del destino.
Entendió que intentar soportar el peso del Todo él solo
era una batalla perdida.
Pues los dos son los brazos que forman la balanza,
el equilibrio.

Toda parecía perdido,
hasta que se dio cuenta
de que para superar el mayor de tus males,
no debes enfrentarte a él
sino abrazarlo como parte de quien eres.

Mort aceptó su destino
y se fundió con su mayor enemigo
para así entenderlo,
y llegar a quererlo.

Fue así como un simple humano
que durante largo tiempo había repudiado una mitad de sí mismo,
 se convirtió en el absoluto.
Aceptó la inmensidad de lo complejo
y lo hizo sencillo.
Contuvo el poder de la creación,
dio a luz a infinidad de universos alternativos 
en donde todas las personas a las que había amado
veían cumplidos sus mayores sueños.

Creó uno especial para ella,
su mejor  amiga,
su primer amor,
su preferida.

Moldeó aquel mundo con mimo y esmero, 
todo calculado para que
con cada bocanada de aire
pudiese aspirar el aroma de sus flores favoritas.
Pero aun pudiendo observarla en un lugar privilegiado,
seguía sintiéndose sólo.

Así que modificó el tejido de la creación
y le confeccionó al multiverso un cuerpo,
el cuerpo de la persona que le había hecho sentir completo
antes de llegar a serlo.

El ente todopoderoso
pasó el resto de la eternidad
abrazado a su otra mitad, 
guardando en su propio corazón,
la estrella más brillante del firmamento.

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