Despedida.

Duele la verdad
como duele darse cuenta que tienes que dejar volar
aquello que más quieres.
Darte cuenta que estabas perdido
y dependías de las sonrisa de aquellos preciosos dientes alicatados
para darle sentido a tu existencia.

Empezar de cero,
crecer
y hacer que valga la pena
por ti mismo.

Eres más lista de lo que nunca hubiese podido imaginar.
Conocías mis secretos
sin tan siquiera preguntar.
Sabes de sobra como me siento,
y que todas las veces que la he cagado
ha sido por no tener fuerzas para renunciar.

Pero no es justo,
no entiendo tu forma de actuar
y éso me hace preguntar
si alguna vez te llegué a conocer.

Querría saber de ti a todas horas,
pero éso tampoco sería sano.
Rezo para que pase el tiempo.
Que las lágrimas que ahora nos pesan
se conviertan en recuerdos
y podamos algún día
reírnos de ellos.

Soñaré mil veces con tus bonitos ojos color café,
aquél que tanto te define
y aquel que ahora tanto echo en falta.

No,
no soy la misma persona que conociste hace casi 3 años.
Me convertí en un intento de salvador que quería protegerte,
y al final acabé siendo yo mismo
quien más daño te hizo.

Sólo espero que no me guardes rencor,
 que todo, TODO, lo que he dicho o hecho
es por lo mucho que yo te quiero.

No llores por mí
princesa mora de Aranjuez.
Haré mi trabajo y sé
que tarde lo que tarde,
podré volver a tenerte entre mis brazos.
Aunque no será como hasta ahora,
pero puede ser incluso mejor.

Ya no apuesto por el futuro,
ahora apuesto por mi.
Espero tener tantas historias por explicarte
como las que tengas tú por explicarme a mi.

En fin,
ésta es mi despedida.
Te dejaré tranquila pequeña,
 no tendrás que preocuparte de que aparezca entre las esquinas de la escalera.
Dejaré de obsesionarme por estupideces y me centraré en lo importante,
vivir
y ser feliz.

Una última cosa,
te quiero.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Quizá, no sé.

Más allá de las nubes.

Vestido de primavera.