Avión de papel.

Dejo volar mis sentimientos
y los coloco en orden sobre una hoja de papel.
Parece  que con ellos
la página se vuelva más pesada.

Me asomo al balcón,
doblo el folio dándole forma de avión.
Lo arrojo al olvido
y rezo porque no recuerde la forma de volver.

Me quedo mirando cómo se aleja
mientras las nubes de tormenta se aglomeran en el horizonte
y dotan de un gris estiloso
los últimos tonos rojizos de la mañana.

Me giro en dirección opuesta,
pero de pronto escucho un silbido surcando la brisa crepuscular.
Otro avión de papel aterriza junto a mis pies.
Lo recojo,
lo desenrollo
y leo las tres palabras que más necesitaba escuchar:
"No estás solo".

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