Nos vemos en el infierno.

Se dice que,
aunque no fue Descartes quien soltó la guillotina,
fue su pensamiento el que incitó a la revolución.

¿Sería posible este cambio de pensamiento hoy en día?

Tristemente, lo dudo.

La gente no quiere pensar,
las personas son felices en su mundano camino a casa después del trabajo.
¿Y qué es el trabajo?
Esa suposición de bienestar,
esa idea infundada de que la labor
nos permite llevar y mantener una posición social "privilegiada".
FALACIAS.
¿Qué posición?
¿Qué bienestar?
Si cada vez se trabaja más y somos más pobres.
La gente no entiende el mensaje.
El único deber natural que tiene el hombre en su vida,
es a si mismo.

La búsqueda de la felicidad, no reside en martirizarse 11 meses al año
para poder escaparte el restante y sentirte libre.

¿Hasta dónde hemos llegado?

Estoy indignado, enfadado y asqueado
ante las miradas de pena de la gente cuando ven a un humano desempleado.
Pero esa lastima rápido pasa cuando pueden hundir su desesperanza
en pura felicidad tapizada y enmarcada en el salón de casa.

Si pudiera os escupiría,
justo en la cara,
a ver si tan solo por enfado,
escucharais esa pequeña voz que tenemos todos.
Esa voz se llama dignidad,
honor y respeto
a uno mismo.

No soy comunista, no soy católico, ni siquiera soy un buen trabajador,
soy alguien a quien la vida le ha maldecido con un pensamiento crítico.
Alguien quien no se conforma, pues la conformidad no le hace feliz.

Creamos conexiones con otras personas que se aferran al sistema.
Es la trampa perfecta.
Te hacen creer que, o formas parte del problema
o te quedas sólo con tu libertad
(y nada da más miedo que la soledad
en un mundo dominado por la raza "intelectual").

Casi parece un chiste.

Denigran el echo de pensar,
haciéndonos creer que el pensar
si no da dinero,
no sirve para nada.

Al diablo con el dinero,
no vemos en el infierno. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Quizá, no sé.

Más allá de las nubes.

Vestido de primavera.