El más sombrío de sus comienzos.

Perpetuado en el tiempo.
Suspendido en la atmósfera.
El ser de triste figura no conseguía hacer olvidar
las penurias que auguraban aquel cielo gris,
bañado por la ceniza de los cadáveres que colapsaban
como gotas de lluvia grabadas en el cristal.

Huesos negros como el carbón,
semblante monstruoso
como las espinas de un pez abisal.
Semejante titán no había podido salir de la mente de ningún ser humano
por muy perturbado que éste andara.
Aquella obra macabra había sido engendrada
en las entrañas del mismísimo infierno.
¿A caso un Dios de la dimensión oscura venía a castigarnos?
¿Cual de los pecados alimentaba al coloso sin rostro?

El mismo espacio parecía temerlo,
pues cuanto más desplegaba sus brazos en forma de alas calcinadas,
más pequeño parecía el mundo que nos rodea.

Uno se llega a sentir vacío
ante tal magnitud de sucesos.
Ver pasar la vida como una mala proyección de película sesentera
y entender que la extensión vital que nos depara el destino
jamás podrá superar la parálisis que provoca ser testigo
de tus mayores temores.

Y aunque la segundera parezca detenerse,
hay que procurar mantener el paso firme
y avanzar al alba
auqeu ésta presagie el más sombrío de sus comienzos.

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